1. El aliento cetónico como bioseñal natural
En cetosis, el cuerpo produce acetona, un tipo de cetona que se expulsa principalmente por la respiración. Ese olor característico (similar a manzanas pasadas o quitaesmalte) no es solo un “efecto secundario”: en la práctica, se convierte en una señal biológica de que tu metabolismo cambió de combustible. Hoy incluso existen dispositivos que miden la concentración de acetona en el aliento como indicador de cetosis.
2. Las cetonas afectan la claridad mental
No es placebo: estudios muestran que el cerebro prefiere cuerpos cetónicos sobre la glucosa en ciertos contextos. Este cambio de combustible puede mejorar la eficiencia neuronal y está siendo investigado para tratar epilepsia resistente a fármacos, deterioro cognitivo e incluso migrañas.
3. Cetosis y longevidad celular
En estado cetogénico, se activan procesos de autofagia (reciclaje celular) y producción de mitocondrias nuevas, lo que optimiza la energía a nivel celular. Esto conecta la cetosis con investigaciones sobre longevidad y envejecimiento saludable, más allá de la simple pérdida de grasa.
4. Las cetonas son antioxidantes endógenos
Uno de los cuerpos cetónicos, el beta-hidroxibutirato (BHB), actúa como una molécula de señalización que reduce el estrés oxidativo y la inflamación. Es decir, no solo provee energía: también funciona como un protector celular.
5. No todas las cetonas vienen de la dieta
Un dato poco conocido es que el cuerpo entra en estados de cetosis leve de manera natural, incluso sin hacer una dieta cetogénica estricta. Por ejemplo: durante el ayuno intermitente, en la lactancia y hasta en algunos estados de sueño profundo, el organismo produce cetonas como fuente energética alternativa.