Resistencias invisibles: ¿excusas o enfermedad?
2 mayo, 2025 por
L. P. Viridiana Gómez
Cuando una persona inicia un proceso de cambio, ya sea en la alimentación, rutina de movimiento o su salud emocional, no siempre el mayor desafío es la falta de información o de recursos. Muchas veces, el verdadero obstáculo es interno, silencioso y complejo: es la resistencia al cambio.

Entendemos que todo proceso de cambio, por más beneficioso que sea, implica un movimiento interno profundo. Cambiar no solo es modificar hábitos, sino también transformar maneras de pensar, sentir e identificarse. Y eso puede generar miedo. Un miedo que, muchas veces, no se dice con palabras, pero que se manifiesta en forma de resistencia, excusas o incluso síntomas físicos.

Este temor se vuelve más complejo cuando la persona tiene una enfermedad; tener un diagnóstico puede generar alivio: pone nombre a lo que duele, da una explicación y, a veces, otorga una sensación de pertenencia. Sin embargo, también puede transformarse en una etiqueta limitante. Una condición médica puede convertirse en un argumento que detiene cualquier posibilidad de cambio.

Fatiga, dolores difusos, malestares constantes pueden ser tanto manifestaciones médicas reales como expresiones emocionales. Una persona puede tener una enfermedad real, sí. Pero también puede estar usando (sin saberlo) esa enfermedad como un límite protector ante el miedo al cambio. No todo malestar físico es emocional, pero no todo síntoma emocional se expresa con palabras. Por eso, cuando abordamos el cambio de hábitos con una mirada diferente, ganamos herramientas para ver más allá de la superficie.

Modificar hábitos puede implicar soltar el alimento como refugio emocional, confrontar el dolor físico y también el emocional, remover culpas, miedos y creencias antiguas. Empezar a diferenciar cuándo estamos ante una justificación y cuándo estamos frente a un malestar genuino. Y, más aún, reconocer que ambas cosas pueden coexistir.

A veces estas resistencias no son solo un obstáculo, sino como una forma que tiene la mente de protegerse. Resistirse a cambiar puede ser, en realidad, una forma de defenderse del dolor, la frustración o el duelo que puede implicar transformar viejos patrones o simplemente de no saber quién ser sin ese síntoma.

Dar lenguaje al malestar o ponerle palabras a eso que nos duele o nos da miedo nos va a ayudar a nombrar lo que sentimos, lo que tememos perder o lo que nos imaginamos que ocurrirá si eso cambia.

Acércate a tu Terapeuta de Apoyo y a tu equipo interdisciplinario para empezar a ponerle palabras a estas barreras invisibles y tener un espacio donde la resistencia o la enfermedad no sea un freno.

L. P. Viridiana Gómez 2 mayo, 2025
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