Ambiente obesogénico: Qué es y qué hacer para cambiarlo
25 abril, 2025 por
L. P. Daniela Hernández
La situación en México en materia de obesidad y sobrepeso es preocupante. Según la Encuesta de Salud y Nutrición (ENSANUT, 2024), la suma del porcentaje de la población adulta que vive con estas enfermedades es de 75.2%. El pertenecer a este porcentaje implica también mayor riesgo de presentar otras enfermedades crónico degenerativas como son la diabetes e hipertensión, enfermedades cerebrovasculares, enfermedades del hígado, hasta el desarrollo de tumores malignos. 

Lo cierto es que el desarrollo de la obesidad en la población no puede atribuirse a una única causa ya que intervienen factores genéticos, sociales, culturales y de estilo de vida que favorecen su presencia. Por ejemplo, la falta de actividad física o ejercicio (sedentarismo), mayor presencia de alimentos con altos niveles de azúcar, grasa y sal (como es la comida rápida), dificultad para acceder a alimentos saludables, los ingresos del hogar, creencias sobre la alimentación, condiciones laborales precarias, desintegración familiar, roles de género, y un largo etcétera que varían según el sector de la población que revisemos.

Todo lo anterior sienta las bases para identificar si nos encontramos en un ambiente obesogénico.

El ambiente obesogénico describe las circunstancias contextuales que estimulan el desarrollo de hábitos y comportamientos que resultan en un exceso de peso, ya que promueven el “no esfuerzo humano” mediante el sedentarismo, el buscar alivio o diversión a través de la comida de baja calidad, y la promoción de estas conductas mediante publicidad o reconocimiento en espacios sociales (¿has escuchado hablar de los viernes de chilaquiles o tardes de pizza en las oficinas?). Por simple reforzamiento social, estas prácticas parecen difíciles de romperse y conducen a la pérdida de motivación si es que intentamos hacer un cambio.

Si bien esto anterior nos puede dar un panorama “desalentador”, ¡desde el cambio individual hay mucho por hacer! Pero primero nos toca observar a nuestro alrededor y preguntarnos lo siguiente:

 ¿Planifico y organizo mis comidas durante la semana?
 ¿Ordeno y clasifico mi despensa para saber qué tengo y qué me falta para cocinar en casa?
 ¿Identifico mis emociones y su intensidad, así como busco cómo resulverlas sin necesidad de comer algo?
 ¿Cuido mi descanso y horas de sueño manteniendo una rutina nocturna para cerrar el día?
 ¿Realizo al menos 4 veces por semana actividad deportiva y hago pausas activas durante los periodos donde paso más tiempo sentado o de pie?
¿Considero que mi contexto favorece la mejor elección de alimentos según mis necesidades nutricionales?
¿Mi estilo de vida promueve un ambiente relajado que me ayude a disminuir mis niveles de estrés diario?

Si la respuesta a alguna de estas preguntas fue no (o te hizo soltar una carcajada por lo imposible que parecen), entonces es probable que estés inmerso en un ambiente que promueve el incremento de peso y lo más recomendable sea seleccionar alguna de estas preguntas para empezar a actuar en cambiarlo por un sí. Los cambios paulatinos pero sostenibles hacen un efecto bola de nieve que termina transformando radicalmente a tí, e incluso a quienes te rodean. 

Recuerda que es normal que los demás te pregunten, se muestren reacios o incrédulos, e incluso puedan intentar que retornes a los hábitos anteriores (a esto se le llama resistencia), pero quien será el beneficiario de una gran calidad de vida en un futuro cercano eres tú y no tienes que esperar a que todos cambien para decidir lo mejor para tí. ¡Nos toca confiar en nosotros mismos y echarnos porras diario frente al espejo!

En VIME nos enfocamos en que estos hábitos sean sostenibles e impliquen cambios para tí en pro de tu salud. El ser acompañado por especialistas no solo harán del camino menos duro, si no también menos solitario. 

L. P. Daniela Hernández 25 abril, 2025
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