Si alguna vez te has parado frente a un paquete en el supermercado y te has sentido como si intentaras descifrar jeroglíficos, no estás solo. Las etiquetas nutricionales pueden parecer un rompecabezas, pero con algunos trucos sencillos se vuelven mucho más fáciles de entender.
1. Mira primero el tamaño de la porción
Este es el truco número uno. Muchas veces pensamos: “¡Wow, solo 120 calorías!”… pero resulta que eso es por media porción y el paquete tiene cuatro. Moral de la historia: fíjate bien en la porción antes de emocionarte.
2. Calorías: ni héroes ni villanos
Las calorías no son “buenas” o “malas”. Son energía. Lo importante es saber cuántas consumes en total durante el día y si se ajusta a tus necesidades. Una barrita puede tener 200 calorías, pero si te mantiene saciado y te aporta nutrientes, puede valer la pena.
3. Grasas: ojo con las trans
Las etiquetas suelen dividir entre grasas saturadas, insaturadas y trans. Quédate con las insaturadas (aceites saludables, frutos secos) y limita las trans, que son las verdaderas villanas.
4. Azúcares ocultos
Si ves ingredientes como jarabe de maíz, maltosa o dextrosa, también son azúcares. No te dejes engañar por nombres “exóticos”. Revisa la cantidad total y compárala con lo que recomiendan las guías de salud.
5. Fibra y proteína: tus mejores aliados
Si quieres que un snack sea realmente nutritivo, busca que tenga un buen aporte de fibra y proteína. Ambos ayudan a mantenerte lleno por más tiempo y son clave para el equilibrio nutricional.
En resumen
Leer etiquetas no tiene que ser un dolor de cabeza. Con práctica, aprenderás a identificar lo que importa de verdad: porciones reales, azúcares escondidos y nutrientes que sumen a tu bienestar. La próxima vez que vayas al súper, verás que es más fácil de lo que crees.