La fantasía es un concepto muy complejo de abordar. Razón por lo cual se han desarrollado diferentes perspectivas y maneras de comprenderla en el campo de la investigación de la mente, resultando un tema interesante y enriquecedor para el saber humano. Sobre todo para el autoconocimiento de cada uno de nosotros mismos, de nuestros conflictos, comportamientos problemáticos, síntomas físicos y padecimientos emocionales.

Por lo tanto, la indagación, el entendimiento y la comunicación de las fantasías dentro de un proceso psicoterapéutico resulta fundamental y primordial para la comprensión de la vida emocional, la maduración del aparato psíquico y sus funciones como el pensamiento, para el desarrollo de recursos personales como la capacidad para controlar los impulsos, tolerar las angustias y lidiar con la realidad interna y externa, y por supuesto, para el alivio y la “cura” de los malestares que nos aquejan en el cuerpo y la mente.

En este sentido, una fantasía es una actividad mental básica y presente en los sujetos desde el nacimiento que moviliza los distintos elementos del mundo interno (impulsos amorosos y agresivos, contenidos inconscientes, percepciones, mecanismos de defensa, experiencias tempranas y vivencias impregnadas en el aparato psíquico). Requiere de una elaboración (darle un sentido de lo inconsciente a lo consciente) con distintas manifestaciones en la vida ordinaria a través de las reacciones, afectos, actitudes, creaciones, decisiones y conductas, que la mayoría de las veces pueden resultar mortíferas, tal como sucede con el comer en exceso, que puede desencadenar en un sobrepeso u obesidad.

Desde esta perspectiva, las fantasías estarían jugando un papel esencial en la aparición, el desarrollo e incluso la persistencia de dichas enfermedades y trastornos, siendo singulares para cada caso. Se originan a partir de la historia de vida, del deseo que nos habita y la dinámica entre los sucesos del día a día y la manera en que los aprehendemos y significamos en nuestra vida. Esto implica un constante trabajo emocional en el que la profundidad, la colaboración y la sinceridad de parte del paciente hacia su realidad, permitirá el esclarecimiento de las fantasías que se materializan en su cuerpo.

Así, algunas de las fantasías que suelen estar presentes, revelarse y mostrarse en los procesos psicoterapéuticos de personas con sobrepeso y obesidad. Pueden incluir la recreación de los cuidados y cariños maternos a través del alimento: “me refugio en la comida como lo hacía con mi mamá”. Como sustitución de una carencia emocional temprana con el hambre: “Tengo hambre de afecto y cariño”. O como dificultad para traducir y tolerar sensaciones básicas en afectos: “No sé qué me pasa pero termino comiendo cuando me siento ansioso/a”. Incluso hasta como fantasías asociadas al crecimiento personal reflejadas en el peso: “Quiero seguir creciendo, verme grande y ocupar muchos lugares, pero tengo miedo de estancarme”, También pueden abordar conflictos con la sexualidad masculina o femenina: “Quiero tener pareja y acercarme a la gente que me gusta, pero con este aspecto quien se va a fijar en mí”. Y claro, con la autoimagen: “No me gusta verme vulnerable ni frágil, tengo que verme enorme y fuerte”. 

De tal manera, que la invitación en tu tratamiento sería a que te permitas explorar las fantasías que tienes respecto a tu padecimiento, tu condición y la manera en la que te vinculas con tu alimentación, autocuidado y cuerpo, y fundamentalmente, con tu historia.