Icónicamente el duelo ha ido entrelazándose a ciertas nociones como la de la pérdida, la ausencia o incluso el vacío, sin embargo difícilmente se tiene una visión unificada hacia el tratamiento clínico de este malestar, más allá de aquellos tratamientos estrictamente médicos que suelen encaminarse hacia la ausencia también de una resolución que no sea el tiempo, pero aún más interesante, tampoco se tiene una discusión como tal que llegue a cuestionar las “fases” aparentes que hay que atravesar en un anunciado “trabajo” del duelo.
Quizás (esperemos) esas etapas que no especificaremos aquí, tengan gran valor práctico al momento de cursar por una experiencia traumática de pérdida, lo que pondríamos realmente en cuestión es si realmente se trata en nuestros tiempos de la noción de un “trabajo” a lo que se asemeja por lo que atraviesa uno cuando pierde a alguien a manos de la muerte. En palabras de expertos sobre el tema, específicamente sobre lo que hemos vivido durante el último año, se dice que aún no se sabe sobre las consecuencias de la falta de ritos funerarios como los que se llevaban a cabo antes de las condiciones de muerte bajo el actual coronavirus, y eso es tal vez porque aún no se tienen claros los efectos en sí de lo que implican psicológicamente dichos ritos (o implicaban).
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En general para el “manejo” de este malestar tenemos entonces básicamente la posibilidad de que a través del tiempo y una que otra solución paliativa vayamos resignificando o como lo sugieren algunos autores más crudamente, se va encontrando la manera de sustituir al ser amado, lo cuál es a mi parecer un ideal romántico. Por otro lado lo que se propone aquí es un proceso de subjetivación, a través del cual se hace posible ir develando aquello que verdaderamente quedó perdido de uno a la par que el ser amado.
El duelo también implica una negación de la realidad. Lo cual lo podemos corroborar de diversas maneras en el curso del tratamiento en VIME, si bien se busca la conducción de cada uno de estos de manera individual, el método nos convoca a la observancia de este proceso desde diferentes puntos de vista y diferentes posicionamientos ante los efectos que ocasiona un duelo, desde lo alimenticio vemos una correlación marcada en el fortalecimiento de dinámicas que son vividas como concepciones muy arcaicas de la propia corporalidad como el incremento de atracones o la ausencia de apetito por periodos de tiempo considerables.
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Es importante en esta medida que haya la posibilidad de concebir un proceso así como la búsqueda de lo que históricamente vienen a representar cada una de estas dinámicas desde lo singular, sin embargo eso no implica necesariamente que nos encontremos en mayores o menores posibilidades de caminar por el dolor que implica una pérdida sin alteración en lo que implica nuestro día a día, por lo que tener a la mano un equipo conoce las condiciones establecidas y las posibilidades venideras hacia la obtención de un auto-cuidado, resulta de gran apoyo.
Ahora bien, o que implica el proceso de subjetivación desde un modelo psicoanalítico tendrá que ver con la posibilidad de dar lugar a un acontecimiento en donde se haga posible el asumir la “ya no existencia” del ser amado, y así dejar poco a poco de recurrir a formas en este caso desde lo alimenticio que más bien nos conducen a posponer indefinidamente tal acontecer.
ESPECIALISTA
Abraham Zambrano
Psicólogo
Psicólogo y psicoterapeuta que busca un acercamiento desde una visión ecléctica al malestar alimenticio actual. Enfocado en la escucha y transmisión de espacios personalizados para el tratamiento de afecciones anímicas desde los estudios psicoanalíticos.