El impacto de la mala calidad del sueño en la grasa corporal
13 diciembre, 2024 por
L. N. Gabriela Meneses
La vida actual se ha visto impactada por la adopción de nuevos estilo de vida, y por supuesto, la apertura de horarios de trabajo por la noches. Además de que la tecnología también ha impactado en la vida de las nuevas generaciones optando por nuevas formas de entretenimiento principalmente por las noches, impactando de manera negativa en la calidad del sueño teniendo como respuesta una afectación en las respuestas cerebrales y por lo tanto también en el sistema nervioso.

El tejido adiposo no solamente tiene la función de brindar protección, calor y energía en nuestro cuerpo, sino también tiene funciones muy importantes entre las cuales se encuentra la producción de hormonas encargadas de regular el nivel de grasa en nuestro cuerpo y estimular la utilización de las reservas energéticas en momentos de baja energía.

El sistema circadiano es el encargado de los cambios físicos, mentales, de comportamiento que experimenta el cuerpo y define los ciclos de vigilia y sueño, pero también regula funciones metabólicas ya que las necesidades de energía cambian durante el día y la noche. Durante la vigilia hay mayor actividad física, el consumo de alimento y agua requieren que nuestros órganos utilicen mayor energía para el proceso de digestión y utilización de nutrientes.

Durante el sueño ocurre lo contrario, la demanda de energía disminuye el proceso de digestión reduce y se llevan a cabo procesos de reparación de nuestras células, descanso y organización de memoria y es cuando se requiere de la participación de la hormona llamada melatonina para inducir el sueño y ayudar a la reparación celular. Es por eso que el sueño es de gran importancia para mantener el buen funcionamiento de nuestro cuerpo, para formar memorias, organizar la mente, ayudar a la recuperación muscular y ahorrar energía.

La relación de las pocas horas del sueño y la presencia de sobrepeso u obesidad es que en estudios recientes han reportado que la privación del sueño está ligada al aumento de la sensación de hambre, teniendo principalmente ansiedad por alimentos  con alta cantidad de carbohidratos.  Esto se debe a que las pocas horas de sueño afectan de manera significativa los niveles de leptina, hormona encargada de balancear la energía, controlar el apetito  y regular los niveles de tejido adiposo (lugar donde se almacena la grasa corporal). Los niveles bajos de leptina mandan una señal a nivel cerebral de que el tejido adiposo está disminuyendo, por lo cual se envían sentimientos de hambre, a esto se suma que como el estómago se encuentra vacío se aumentan las sensaciones de apetito. 

Es decir, la falta de sueño modifica las respuestas metabólicas en un corto plazo, lo que hace que al siguiente día después de largas horas sin dormir la cantidad de ingesta de alimentos aumente. Las alteraciones en los patrones de sueño afectan también los ritmos de secreción de la leptina, insulina, melatonina y cortisol (hormona secretada durante altos niveles de estrés), lo que hace ineficiente el sistema para generar las respuestas adecuadas durante el día. También las alteraciones circadianas afectan directamente los momentos óptimos para la digestión y absorción de los nutrientes, los cuales no coinciden con la alimentación nocturna y esta pérdida de coordinación entre las diversas funciones internas y la conducta digestiva aumentan el riesgo para desarrollar enfermedades metabólicas y obesidad.

En conclusión, después de dormir menos del tiempo recomendado los niveles de saciedad son bajos y los niveles de apetito son altos. A menor tiempo de dormir el tiempo de comer es mayor. Con esto es visible que la restricción de sueño incrementa el apetito y la ingesta de alimentos que con el tiempo llevan al desarrollo de la obesidad. Finalmente la pérdida de sueño, la somnolencia y fatiga son el resultado de la reducción de energía utilizada y en particular con la baja actividad física. La disminución de energía se ha relacionado con la corta duración de sueño y el riesgo de padecer sobrepeso y obesidad, esto a su vez son el principal factor de riesgo para desarrollar diabetes.

En investigaciones basadas en cetosis pacientes pre diabéticos, diabéticos y con obesidad con tratamiento de dieta cetogénica se notó una gran mejoría a la hora de descansar, ya que las ingestas bajas en carbohidratos mejoran el sueño REM que es la etapa que ocurre  entre los 70 y 90 minutos después de conciliar el sueño y posteriormente se da en intervalos de 90 a 110 minutos. Es aquí donde ocurre el almacenamiento de recuerdos, aprendizaje, equilibrio del estado de ánimo y procesamiento emocional, es una etapa de sueño profundo que al interrumpirse es probable que quede una sensación de cansancio aunque se hayan descansado 8 horas. 

La mejora del sueño coincidió con la adecuada pérdida de peso y  un mejor control en los niveles de glucosa. La inflamación que ocurre en un paciente con obesidad impacta en la calidad del sueño ya que se presenta menor eficiencia y mayor aparición de trastornos del sueño. La dieta cetogénica tiene efecto antiinflamatorio por lo cual contribuye a la mejora de las alteraciones mencionadas.  De acuerdo a lo antes mencionado, con la dieta cetogénica utilizada en VIME, no solo se obtendrá un impacto positivo en tu control de peso, sino también favorecerá en tu calidad de sueño que será de gran importancia para evitar que impacte de manera negativa en el proceso de control de peso, recuerda que un menor consumo de carbohidratos favorece el sueño profundo, obteniendo un sueño más reparador que evite impactos negativos como sensación de hambre, antojo por alimentos ricos en carbohidratos y principalmente favoreciendo a la pérdida de peso. 

L. N. Gabriela Meneses 13 diciembre, 2024
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