La alimentación es una necesidad básica del ser humano y es necesario que esta sea adecuada y suficiente para poder disfrutar de una buena salud física y también psicológica. Una relación sana con la comida es ser consciente de lo que comemos. Para esto es importante saber si lo que comemos es más o menos saludable para poder tomar decisiones. 

Estas son algunas situaciones que nos indican que no nos estamos relacionando adecuadamente con nuestra alimentación:

1.Cuando comes sientes culpa.

2.Incluso en celebraciones especiales, restringes comidas que no consideras saludables.

3.Constantemente te sientes hinchada/o o notas que has engordado. Tu peso tiende a subir y a bajar frecuentemente.

4.Cuentas constantemente calorías.

5.Evitas reuniones sociales por miedo a perder el control de lo que vas a comer. 

6.Haces caso omiso a las señales que te da tu cuerpo, a pesar de que sientas hambre y tengas alimentos a tu alcance.

Por el contrario, una relación saludable con la comida se basa en poder comer de todo dentro de un contexto de alimentación sana. 

Por lo general, cuando existe una relación sana con la comida, disfrutamos de los alimentos, del proceso de cocinarlos y de la parte social que lo rodea. También existe una buena capacidad de escuchar y de respetar las señales de hambre y saciedad que nuestro cuerpo nos expresa. No existe culpa o arrepentimiento después de comer, ni ansiedad antes de hacerlo. Tampoco utilizamos la comida como solución para enfrentar sentimientos negativos. 

Es importante saber la diferencia entre hambre emocional y hambre real. Recordemos que el hambre real es el hambre física, el cuerpo nos pide ingerir cualquier alimento para conseguir saciarnos. Este tipo de hambre aparece de manera gradual, se sacia con cualquier alimento. Tras la ingesta, no tenemos más apetito y dejamos de comer. En cambio, el hambre emocional es aquella que está ligada a sentimientos. Aparece de repente centrándose en un determinado alimento. Tiene que ser consumido inmediatamente para conseguir calmar esa necesidad, sin obtener saciedad. Por lo tanto, es importante poder reflexionar y aceptar que también nutrimos necesidades emocionales a través de la comida. La alimentación abarca muchas más dimensiones que la salud física como vemos y se trata de poder lograr un equilibrio entre todas. 

Te comparto algunos consejos para desarrollar una buena relación con la comida:

● Céntrate en agregar, no en lo que tienes que eliminar. No te enfoques en los alimentos prohibidos, mejor comienza a pensar en los alimentos que vas a agregar en tu alimentación diaria como frutas, verduras, etc. 

● Date permiso para comer. Cuando te restringes, se crean sentimientos de hambre, prohibición y ansiedad alrededor de la comida. Si tienes hambre, come. 

● Aprende a escuchar tus señales de hambre y saciedad. 

● Si el problema no es el hambre, la solución no es la comida. Las personas que comen para disfrazar sus emociones, normalmente consumen alimentos procesados y esto finalmente los hace sentir peor.

● No hay alimentos “buenos” o “malos”. En lugar de clasificarlos así, trata de concentrarte y averiguar el papel que cada alimento desempeña. 

● Sé consciente de lo que comes. Mastica, saborea, siente en tu boca la textura de los alimentos y cómo te hacen sentir. 

● Apuesta por alimentos que favorezcan tu salud física y mental de manera sostenible y respetuosa con el medio ambiente. 

Ten presente que nuestras elecciones alimentarias están condicionadas por múltiples factores, nuestra propia educación, el conocimiento que nos rodea, la publicidad, la industria, los gustos y preferencias personales, la cultura, los recursos, etcétera. Más allá de eso, a la hora de escoger, planificar, preparar, elaborar y, por último, comer los alimentos debemos tener presente que todos estos pasos los hacemos desde la necesidad de cuidarnos a nosotros mismos, de mimarnos, de dedicarnos lo mejor que creemos para nosotros.